Gracias a una idea del físico Richard Feynman nació una de
disciplinas científicas más prometedoras de la era moderna: la nanotecnología.
La historia cuenta que durante la reunión de la Sociedad
Americana de Física de la división de la Costa Oeste, en 1959, Feynman ofreció
por vez primera una visión de la tecnología totalmente nueva, imaginando
enciclopedias escritas en la cabeza de un pin, con “toda la información que el
hombre cuidadosamente ha acumulado en todos los libros del mundo… escritos… en
un cubo de material de unas dos centésima de una pulgada de ancho.”El escepticismo de los asistentes hizo que su discurso provocase más risas que admiración hasta el punto que, aunque publicado al año siguiente en la revista Engineering & Science, antes de 1980 su artículo apenas recaudó citas.
Sin embargo, hoy en día Feynman es considerado uno de los científicos más brillantes de la historia. Premio Nobel por la Física en 1965 por sus estudios en el campo de la electrodinámica cuántica, Feynman fue uno de los teóricos más originales de la posguerra, pues contribuyó de manera fundamental en muchos campos de la física hasta su muerte (15 de febrero de 1988).
Con su discurso de 1959 él fue el primero en hablar de la posibilidad de manipular directamente los átomos en el ámbito de la sintesis química. Y su sueño no se realizó hasta mas de 30 años después, en 1991, cuando Don Eigler y Eric Schweizer en el Almaden Research Center de IBM escribieron el nombre de la empresa usando 35 átomos de xenón manipulados usando un microscopio de efecto túnel.
A pesar de que Feynman ignorase la capacidad de los átomos y las moléculas de unirse en estructuras complejas guiados por sus interacciones físicas y químicas (algo muy presente hoy en día a escala nanométrica), queda su impresionante clarividencia en saber identificar en la naturaleza un abundante depósito de recursos, poniendo de manifiesto al mismo tiempo su confianza en el carácter ilimitado de la creatividad humana.
“En un sistema biológico las células, aunque muy pequeñas, son muy activas, fabrican diversas sustancias, se mueven y hacen cosas maravillosas, todo en una escala muy pequeña” decía. Y aunque para él las células eran unas cajas negras que escondían importantes secretos, gracias a la nanotecnología hoy sabemos que ellas determinan el mecanismo de trabajo de las proteínas.
Aun así, también en la vida cotidiana nos podemos percatar de las multiples aplicaciones a las que las ideas de Feynman han dado vida en los últimos años. El uso de ordenadores cada vez más ligeros y más potentes, de móviles minúsculos o de reproductores portátiles de música sólo son algunos de los productos innovadores fructo de su imaginación, sin hablar del desarrollo tecnológico que – entre otras cosas – permite el avance en todos los campos de la investigación.
Cuando se lanza una satélite al espacio, por ejemplo, uno de los problemas más importantes a nivel logístico es cómo y dónde acumular la increible cantidad de datos científicos recogidos por el artefacto. En los años ’60 y ’70 se disponían de ordenadores enormes almacenados en dépositos de muchos metros cuadrados.
Hoy, en cambio, las nanotecnologías han permitido desarrollar procesadores que no solamente permiten guardar esta información en un espacio reducido sino que también permiten obtener – casi en tiempo real – el resultado de la investigación, listo para el análisis interpretativo final.
Video sobre la nanotecnología:
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